El futuro de la juventud en sectores populares
Santiago y José se encuentran en una situación crítica producto de la cuarentena. En plena pandemia, y viviendo en un contexto de exclusión con presencia de bandas armadas, ninguno de los dos sabe cómo harán para llevar comida a sus hogares.
“Si nos quedamos achantados, nos vamos a perjudicar más”. Esto lo dice José, un joven de la Cota 905 refiriéndose a las últimas semanas que ha pasado en cuarentena. En su comunidad, para muchas personas dejar de trabajar un día significa dejar de comer, o no tener recursos para afrontar una emergencia médica.
Santiago, otro joven del mismo sector dice al respecto: “Supuestamente nosotros seguimos contratados, nosotros seguimos trabajando todavía (…) Yo no entiendo mucho eso, porque el local no está generando plata y no tienen cómo pagarnos. Entonces bueno no nos pagaron la quincena, ni el CestaTicket y cómo te digo no nos han dado respuesta”.
Al decir esto, tanto José como Santiago nos hacen preguntarnos cómo afrontarán los sectores más vulnerables las restricciones sociales y económicas que se han implementado durante la pandemia. Si es común en estas comunidades que no haya agua, ni posibilidades de ganar dinero, ¿cómo exigirles que se laven las manos o usen tapabocas?
Tanto Santiago como José se encuentran en una situación crítica. Los dos forman parte del programa “Vamos Convive”, un proyecto para la prevención de la violencia de la organización Caracas Mi Convive, el cual ofrece oportunidades laborales a jóvenes excluidos de las comunidades caraqueñas.
José es un estudiante que vive cerca del punto de encuentro de la banda delictiva de su comunidad, quien comenzó a trabajar en una tienda de ropa. Santiago, por otro lado, abandonó sus estudios de bachillerato porque su familia necesitaba que comenzase a trabajar. Gracias al programa se había iniciado en un restaurante.
Ahora, en plena pandemia, y viviendo en un contexto de exclusión con presencia de bandas armadas, ninguno de los dos sabe cómo harán para llevar comida a sus hogares.
Los jóvenes de estas comunidades no pueden simplemente sentarse sin hacer nada, necesitan apoyar en sus casas. Debido a esto, en sus comunidades las medidas contra la pandemia se cumplen a medias. Muchos se han visto obligados a buscar formas alternativas de conseguir dinero o comida. Lo que comúnmente se llama “matar tigres”, como pueden ser: cargas de gas o agua, trabajar en construcciones de la zona o colaborar en abastos o mercados locales.
A su vez, el futuro que estaban intentando construir al comenzar a trabajar se torna incierto. Responder a esta emergencia podría llevarlos a tomar decisiones apresuradas que los colocan en riesgo. Santiago, por ejemplo, estaba a punto de iniciar un emprendimiento para vender arepas en conjunto con su mamá, incluso había vendido su celular para poder invertir. Pero, ahora, decidieron utilizar ese dinero en comida y otros elementos necesarios.
José, por otro lado, explica que se siente inútil, como si “no pudiese hacer nada, salir a ningún lado, ni trabajar o estudiar”. Si bien José se considera un joven estudioso, se le hace difícil o hasta imposible cumplir sus responsabilidades académicas ya que ahora son online. En su casa no tiene internet ni computadora y, por la pandemia, el cibercafé más cercano se encuentra cerrado. Sabe que la situación lo obligará a repetir el semestre.
A pesar de estas dificultades, la familia y los vecinos de los dos jóvenes se han organizado para apoyarse y hacer frente a la emergencia. Esto les ha permitido subsistir hasta el momento. Entre ellos comparten comida y, en muchas ocasiones, se ayudan para conseguir “tigres” que les permitan ganar dinero. Sin embargo, al no saber la extensión de esta cuarentena, puede que llegue el punto donde la solidaridad familiar y comunitaria no sea suficiente.
En este sentido, uno de nuestros mayores temores es que resulte tentador para ellos unirse a la banda delictiva en su comunidad. Como muy bien lo expone Leonardo, uno de los líderes de Caracas Mi Convive:
“Ahora en la cuarentena los jóvenes no están ocupados. Cuando los muchachos están ociosos, están más cerca de la violencia. Ahora tienen todo el día cerca de los miembros de la banda, que son los que tienen el control territorial. Me preocupa que los vean como un ejemplo a seguir, porque ellos son los que están controlando la cuarentena”.
En el caso de la Cota 905, la banda juega un papel central en la comunidad. De día reparte comida a las familias más necesitadas, de noche, sus miembros son quienes obligan a los ciudadanos -mediante amenazas- a cumplir la cuarentena. Son un grupo que genera miedo, respeto, y tiene acceso a recursos que cada vez son más escasos. Su simple presencia en las comunidades coloca a jóvenes como Santiago y José en una situación de riesgo marcado.
Pero por suerte, nuestros temores parecen no haberse cumplido. Al preguntarle al respecto, José nos comenta: “Ahora yo hago lo que sea, pero por el buen camino, no hay nada malo ni nada por el estilo”.
Esta actitud, compartida por Santiago, es sin duda admirable. Aun con diversos incentivos para iniciarse en actividades criminales, tanto ellos como otros jóvenes con los que hemos entrado en contacto nos han demostrado su resiliencia. Lo cual nos llena de esperanza, porque nos recuerda que los ciudadanos comprometidos con la convivencia podemos superar cualquier obstáculo. Vivimos una realidad difícil, donde una pandemia se unió a una emergencia humanitaria compleja.
Las medidas de distanciamiento social y confinamiento son necesarias, pero parecen ser muy difíciles de cumplir en contextos populares. La realidad coloca a jóvenes como José y Santiago en una situación crítica, dado que su futuro se torna incierto y las acciones que tomen en plena crisis podrían afectarlos el resto de sus vidas. Desde Caracas Mi Convive admiramos su resiliencia, pero también queremos hacer un llamado de atención ante la necesidad de políticas sociales comprensivas que les permitan a los habitantes adaptarse a la nueva realidad. El hacer que las medidas preventivas ante el COVID-19 sean viables en el país, es un paso fundamental para el futuro de nuestra juventud.